Con este título el autor Giancarlo Marmori escribió un estudio que se publico en 1977 y que lanzó la prestigiosa editorial Gustavo Gili, S. A.
Os preguntaréis a que viene ahora después de 35 años hablar de este libro. Bien pues por varias razones. La primera es que me parece un estudio harto particular e interesante bajo el punto de vista de la retrospectiva.
Otra razón es que como documento antropológico, en el que se nos brinda la oportunidad de saber lo que se cocía entre los años 1952 a 1967 en el mundo de la publicidad bajo la perspectiva de la utilización de la imagen femenina impresa en diferentes revistas (Elle, Vogue, Harper´s y Mac Call´s) o anuarios de la época siempre bajo la perspectiva del autor, no tiene desperdicio.
Durante este comentario, transcribiré algunos de los análisis que el autor apunta a pie de alguno de los anuncios impresos de la época que analiza.
No se si os gustará el artículo o no, pero lo que si os garantizo es que vais a «quedar sorprendidos» ante la retórica, las metáforas y el modo de expresarse que el autor utiliza en los análisis de los anuncios, y he de confesar que en ocasiones me cuesta seguir el hilo argumental por la complejidad del léxico usado.
Como hilo conductor del estudio, Marmori hecha mano de ciertos estereotipos como el de Eva o mujer tentadora llena de erotismo y lista para persuadir y seducir, o el de Justina de marcado carácter masoquista. Contrasta que el objetivo del anuncio (el de poseer al consumidor), acabe teniendo el efecto contrario, esto es, es el consumidor quien acaba siendo poseído por el producto.
El uso también del estereotipo de Susana o el de María, la primera jugando con elementos como el desnudo, la contemplación del producto y el uso del mismo para con ello tratar de atrapar al consumidor y hacerle desear ese mismo producto a través del vehículo, en algunos casos el desnudo. En cuanto a la segunda, la fragilidad que transmite, el estado natural cuasi inmaculado en los anuncios en los que se usa este estereotipo, generalmente de ropa íntima nos hace pensar en unas capacidades milagrosas del producto.