Iconografía Femenina y publicidad 4ª Parte

Calzoncillos EMINENCE, 1965

Giancarlo Marmori Iconografía y Publicidad Editorial Gustavo Gili

 

Primer plano de una mano femenina insinuada bajo la goma de un calzoncillo que lleva puesto un soporte masculino, obvio emblema del hurto fálico y practicado de manera directa. Añádase la brutalidad del eufemismo EMINENCE o  erección. La imagen apenas se atenúa con el diafragma didascálico o apóstrofe interrogativo que se hace al cliente masculino: «¿Un hombre puede dejar que su mujer le compre los calzoncillos?», ¿confiarle la compra de un articulo íntimo, facsímil de la hoja de parra?. En ambos planos, mercantil y místico-patológico, la respuesta positiva se da por descontada, suponiendo que el usuario del calzoncillo y la compradora hayan aceptado la idea de una interferencia trouble de la segunda en el armario y potencial genital del primero, que el hurto sea realizable, realizado.

 

En el segundo capitulo titulado » Los sueños agitados» el autor sigue examinando anuncios y nos dice:

 

Confecciones WEILL, 1967

Giancarlo Marmori Iconografía y Publicidad Editorial Gustavo Gili

Se trata de una incitación a la adquisición basada en la afirmación del pudor más que en su superación, de una invitación a cubrirse en lugar de ostentarse. Literatura e iconografía perentorias. El slogan afirma: «desnuda… o vestida con»… abrigos WEILL, simplificación literaria de una pareja de modelos compuesta por una compradora con un abrigo de la firma y de otra, no compradora, completamente desnuda. El uso del producto es asimilado, por lo tanto, al gesto primigenio del vestido u ocultación, como si un prêt-à-porter fuese una piel de bisonte paleolítico o una mano pudibunda de niño en crisis de castración. La negativa a consumir WEILL equivale, por tanto, a la desnudez, pudor intolerable, pesadillas, su consumo significa conveniencia, legitimidad y seguridad. La soporte vestida aparece efectivamente dispuesta a afrontar la mirada pública, y se muestra de frente con un adquirido impudor, mientras que el desnudo aparece apartado, de espaldas y con los ojos desviados.

Los sueños de desnudez efectiva (la soporte efectivamente desnuda) o de desnudez paradójica (la soporte en faja-patalón o en sostén que disimulándose, accede paradójicamente a la presencia desnuda),  se desarrolla preferentemente en ambientes propicios a estas epifanías, en áreas naturales (paisajes agrestes y marinos) emergidos de una manera onírica de la infancia indiferenciada de la cliente. En la Arcadia de los sexos desconnotados, los publicistas hacen circular ninfas en bragas, sostenes y batas, productos-vehículo de desnudo manifestable, criaturas apúdicas en la escena de la ostentación a todos los niveles, de la repulsa a la consolación o vaga perplejidad.

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