30 Salón internacional del cómic de Barcelona 2012 – 5ª Parte

Para ir cerrando esta serie de entregas que hacen alusión al 30 Salón Internacional del Cómic en Barcelona, voy a introducir una serie de citas cortas. Sé que con estas citas no finalizo todo el contenido del Salón, pero, sinceramente, de momento no he logrado desdoblarme y esto es todo lo que he podido cubrir en dos días y poco más.

Comenzaré, por contaros que por fin, tuve la suerte de conseguir la firma y dibujo  de Milo Manara, aunque para conseguirlo, el día 6, último del Salón tuve que madrugar para estar en la cola de entrada al recinto y una vez dentro, ir a toda velocidad hacia el stand de Norma Editorial, lugar en el que se repartían los números para poder acceder a que Milo Manara, firmara alguno de sus cómics.

De los 20 números que tenía asignados, me toco el 18, con lo que tuve que hacer cola más de hora y media, hasta que llego mi turno.

Lo bueno de tener tantos delante es que te permite ver como, fan tras fan, va realizando sus dibujos con una maestría excepcional.

La verdad es que cuando lo tuve delante de mi, cara a cara, sentí una emoción especial. No ya por el hecho de que hacía ya largo rato que no sentía la planta de mi pies, ni no porque en una fracción de segundo rememoré una enormidad de sentimientos y buenos recuerdos asociados a este “monstruo” y a su obra.

Milo Manara, es una persona afable y diestra en su profesión, e irradia una tranquilidad a todo aquel que esta cerca de él, fruto de sus ya entrados años.

Mientras realizaba el dibujo de la dedicatoria, yo permanecía absorto en los movimientos de su diestra, grabando en mi mente todos y cada uno de los detalles que viví en aquellos apenas 6 minutos.

Al finalizar le hice entrega de un par de puntos de lectura con la imagen de dos de mis ilustraciones que había impreso apenas tres días antes. Puso cara de sorpresa, supongo que porque todo el mundo va a estos eventos a pedirle al autor que le firme y le haga un dibujito. Vamos que le de algo de si mismo y yo rompí esa tónica al intercambiar con él algo más que un apretón de manos.

Se quedó mirando mis puntos de lectura durante unos segundo a la vez que sonreía, para luego pasar a guardárselos  en el bolsillo interior de su chaqueta negra.

Con mucha paciencia y dedicación, conseguí, mi ansiado trofeo que ahora forma parte de mis tesoros más preciados.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *